Ser resilientes es fluir con la corriente. Sólo que pareciera que hemos asumido todo lo contrario. Para nosotros la resiliencia es sinónimo de valentía, de un tipo de fuerza relacionada con luchar y que, por tanto, no admite rendición.
El disfrute máximo al que aspiramos no sólo tiene que ver con lo que hacemos, si no con cómo lo hacemos.
Además, estas experiencias me han enseñado que muchas veces el real esfuerzo no está en cumplir con nuestras obligaciones o en trabajar duro. Sino en escuchar al alma y en seguirla.
La mayoría de nosotros, resistimos la posibilidad de sentirnos mal, y en esta negación desaprovechamos oportunidades muy particulares (y dolorosas) que están llamadas a liberarnos de traumas, creencias y formas de actuar que, en el fondo, limitan nuestra capacidad de sentirnos bien.
La felicidad es una emoción básica, necesaria y natural. Así como lo son la tristeza, la ira, el miedo, y la tranquilidad. Necesitamos experimentar estas y otras emociones libremente. Esto es lo natural, lo sano.
Cuando nos abrimos a lo inesperado nos mantenemos alertas, presentes y encontramos nuevos caminos, nuevas formas que no habíamos concebido.
Nuestro emocionar es vital, cambiante, lo rige un compás que no podemos ver, pero que ciertamente podemos sentir.
Cada emoción trae a nosotros un tipo de información, una nueva forma de entender o de hacer las cosas, que sólo podremos asimilar si nos damos cuenta de lo que estamos sintiendo.
Amar incondicionalmente es llevar el sentimiento a la acción, retirando las condiciones que solemos establecer en nuestras relaciones a cambio de del amor que damos.
¿Quiénes son tus aliados? Esas personas que con su presencia y apoyo te impulsan, te retan y que, en cierta manera, son co-responsables de que estés dónde estás hoy Este es un mensaje para despertar al poder de las alianzas.
