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Las Metas y el Ahora
Hello, mi querido corazón
Esta frase es muy importante para mí. Me recuerda una época en la que estuve muy enfocada en identificar mis metas y en elaborar planes complejos que me llevaran a alcanzar los objetivos que me trazaba mes tras mes. Durante este período dirigía un negocio, estudiaba y criaba dos hijos. La esperanza de lograr todo aquello con lo que soñaba me llenaba de energía, sobretodo al iniciar cada año.
Hoy puedo ver claramente que vivía abrumada, cansada, como alguien que apenas tiene tiempo para respirar. Llegaba a casa todas las noches justo con la energía que me permitiría disfrutar de lo que me pusieran de cena y, con suerte, acurrucar a mis hijos y leerles un poco en la cama, justo antes de dormir. Hasta que un día, al leer esta frase, me percaté de que una de las razones por las que me esforzaba tanto era porque tenía la ilusión de forjar el hogar de mis sueños. Un lugar que se sintiese seguro, acogedor, especial, tanto para nosotros, sus habitantes, como para nuestras visitas.
Así fue como comencé a cuestionar qué significaba realmente eso de “sentirnos bien al llegar a casa”, a intuir que, de alguna forma, la intención de sentirnos bien era lo que alimentaba mi ilusión, traducida en afán de tener una casa bonita, organizada e incluso bien decorada. Poco a poco, me fui dando cuenta de que sentirnos bien a nivel individual y familiar tenía que ver con una mezcla de detalles simples y diferentes para cada uno de nosotros. En lo personal, poder caminar descalza, tener un espacio propio y sentirme LIBRE de pensar, hacer y decir lo que surgiera en mí, parecía ser lo esencial. Mi pareja, en cambio, parecía necesitar de un espacio para estar solo al llegar a casa e insistía en que, durante las comidas, sólo se compartiesen temas agradables. Mis hijos evidentemente se sentían bien cuando jugaban, reían o disfrutaban de espacios de completa calma, sin “tener que hacer” nada en particular.
En este período de observación noté, sobretodo, que los momentos de risa y complicidad máxima entre nosotros surgían espontáneamente cuando estábamos cien por ciento presentes. Así fue como comencé a soltar la firme convicción de que debía lograr ciertas metas para poder cultivar el hogar con el que soñaba.
De repente, me di cuenta de que la meta máxima siempre sería SENTIRNOS BIEN EN CASA. Pronto, esta meta se convertiría en una práctica de vida que me fue llenando de satisfacción en el eterno AHORA. Me había dado cuenta que no tenía que esperar a tener una casa propia, con patio o todas las áreas perfectamente arregladas para experimentar la realización de mi gran anhelo. Podía ser feliz al estar en casa AHORA.
Sea cual sea nuestro camino, más allá del color de nuestros sueños o de lo ambicioso que sean nuestros planes, la fórmula que traduce aquello que anhelamos en realidad tiene que ver más con la conciencia de lo que estamos viviendo AHORA que con la promesa interminable de nuestros logros futuros. Si bien es cierto que el paso del tiempo trae consigo nuevas experiencias, es nuestra conciencia la que nos regala el disfrute pleno de lo que soñamos.
Si vas a hacer un esfuerzo, que sea el de ser consciente.
¿Dónde estás ahora? ¿Cómo te sientes? ¿Qué pensamientos pasan por tu mente? Responder a estas preguntas nos permite darnos cuenta de lo que estamos viviendo. A esto llamamos “estar conscientes”, que no es más que la habilidad de estar completamente presentes y atentos a nuestras vivencias. Cuerpo y espíritu actuando al unísono, mientras que la mente se percata de las sensaciones y pensamientos que estas vivencias despiertan en nosotros.
Los deportistas conocen bien esta zona de completa presencia, pues en ella consiguen su más alto rendimiento. También los cirujanos, gracias a su entrenamiento, aprenden a estar cien por ciento atentos y presentes a cada detalle. Algo parecido ocurre con los artistas, quienes disfrutan de un tipo de enfoque y atención que les permite escuchar claramente lo que les dicta su musa cada vez que se sumergen en el proceso creativo.
Todos nosotros también tenemos un conocimiento visceral de esta capacidad de presencia que es la consciencia. Los momentos en los que contemplamos la naturaleza, escuchamos con detenimiento alguna historia o dedicamos nuestra completa atención a un ser querido, son una puerta a la consciencia. Es precisamente en este estado de presencia absoluta en el que disfrutamos de todo lo que anhelamos. Cuando la mente está ausente, dividida o distraída, pierde de vista lo que está ocurriendo. Así es cómo muchas veces terminamos viviendo momentos soñados y sintiendo que básicamente pasaron tan rápido que “no nos dimos cuenta”. Quizás por haber estado pendiente del celular, de las fotos o a que todo estuviese de acuerdo a lo planificado.
Para quien aspira a disfrutar la vida a plenitud, despertar a la consciencia del momento presente es una tarea diaria. De ahí la proliferación de prácticas de meditación y de mindfulness en nuestros tiempos. Pero permanecer conscientes también implica reconocer aquellos distractores que parecen tener un poder particular sobre nosotros. Algunos de estos objetos y circunstancias son obvios, pues literalmente “llaman nuestra atención” en todo momento. En ocasiones dejamos de saborear lo que trae cada momento gracias a distractores que suelen ser vistos como “positivos” y hasta obligatorios, como es el caso de las metas, los planes y las listas de cosas que hacer.
Cuidado con las Metas.
Las muy preciadas metas y los elaborados planes, tan populares en esta época, pueden impactar gravemente nuestra habilidad de estar conscientes. Nos enfocamos con tanta voluntad y esmero en aquello que “queremos lograr” y que “hay que hacer”, que muchas veces terminamos por ausentarnos de lo que estamos viviendo. Es como si nuestros apegos a “lo que tiene que pasar” y a “cómo tiene que pasar” nos impidiesen disfrutar de las personas y las cosas como surgen AHORA en el momento PRESENTE. Este es el caso, por ejemplo, de muchas personas que se proponen “ser exitosas” y de cómo en su afán por alcanzar el éxito, dejan de estar presentes para aquellos momentos del día a día que son los que construyen un camino a ser reconocidos.
El otro día veía con fascinación una entrevista realizada a la actriz puertorriqueña Rita Moreno, en la cual mostraba con orgullo las estatuillas que dan crédito a su inigualable carrera. Cuando el entrevistador hizo referencia a cómo su éxito estaba plasmado en estos premios, ella respondió: “No. Esto no es el éxito. El éxito está en el trabajo, el que es realizado día con día. Ese es el éxito. Sin él, no hubiesen reconocimientos, ni estatuillas”. Lo mismo me pasó con Lucille Ball, afamada comediante Americana, reconocida por su show televisivo “I Love Lucy”, uno de las más vistos en la historia, a pesar de que surgió hace más de 60 años. Lucille comentaba en una de tantas entrevistas: “Nosotros nunca soñamos con tener éxito, simplemente queríamos llevar una idea a la televisión y esta idea fue tomando vida y dando fuerza a tramas y a personajes que nos invitaban a sumergirnos en ellos completamente. ¡Era nuestra vida!”
Esta mirada en retrospectiva nos recuerda que es la completa dedicación a aquello que hacemos, y no nuestra fijación en una proyección futura, la que va cultivando el éxito. Las metas pueden ser fuente de inspiración para muchos. Pero, cuando lo que deseamos se antepone a lo que nos toca vivir, cuando nos declaramos ausentes a lo que se nos presenta por estar pendientes a lo que teníamos en mente, lo que hacemos se torna en contra de nuestro real propósito.
Vivimos mayormente en una mente distraída, pero necesitamos de genuina presencia y atención para poder disfrutar de la realización de todo lo que anhelamos. Quizás sea preciso hacer de la consciencia misma una meta permanente en nuestras vidas. Sólo así podremos disfrutar constantemente de las oportunidades que llegan a nosotros en momentos inesperados. Muchas veces sólo necesitamos estar abiertos a una caricia, a una conversación o a la necesidad imperante de “no hacer nada” para poder ser verdaderamente felices al llegar a casa.

Una práctica para descubrir lo que realmente deseas:
Este es un ejercicio que te recomiendo hacer por escrito y paso por paso. Una vez lo hayas hecho conocerás el camino a lo que realmente deseas y te será más fácil llegar a ello sin tener que hacer mayor esfuerzo.
- Toma una hoja en blanco o una libreta y anota en ella todos tus anhelos. Pregúntate qué deseas y escríbelo. La intención es que hagas esto espontáneamente, con el corazón. No te ocupes de discriminar si es oportuno anhelar esto ahora, ni des cabida a cualquier otra pregunta que surja en tu cabeza. Simplemente vacía tus deseos en este espacio.
- Ahora, hazte la siguiente pregunta: si sólo pudieses elegir tres de estos anhelos, ¿cuáles serían?. Sé muy intuitivo al hacer esta elección. Elige los tres que primero vengan a ti.
- Dibuja tres columnas en una página en blanco. Titula cada columna con los siguientes nombres: columna 1: Los Anhelos, columna 2: El Para Qué y columna 3: Presencia en Mi Vida AHORA. Vacía tus anhelos en la primera columna escribiendo cada uno de ellos. Luego, pasas a la segunda columna. Aquí te toca observar cada anhelo con atención y preguntarte, ¿para qué deseo esto?, ¿qué es lo que espero que traiga a mi vida? Escribe las respuestas a estas preguntas libremente en algún otro espacio en tu libreta y luego pasa un resumen de tu respuesta a la segunda columna.
Finalmente, mira la segunda columna (la del para qué) y pregúntale a eso que escribiste, ¿qué tan presente estás en mi vida? y ¿cómo puedo tener más de ti AHORA?. Es recomendable que escribas las respuestas libremente y que luego retornes a la columna tres a colocar el resumen de lo que descubriste.
Te aseguro que este ejercicio te ayudará a identificar lo que realmente deseas y qué tan presente está en tu vida AHORA. También te permitirá estar más consciente de la manifestación de tus anhelos cada día.
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