
¿Cómo estar bien cuando nos sentimos mal?
Mensajes
Para Despertar
Blog

¿Cómo estar bien cuando nos sentimos mal?
Hola corazón,
Sé que piensas que esta pregunta es extraña. Pocas veces prestamos atención a la conexión inherente entre aparentes opuestos como el bienestar y el malestar. Estos estados del ser son como dos caras de una misma moneda. En este caso, dos formas de sentir y pensar complementarias entre las cuales nos acostumbramos a fluir. Sin embargo, el dolor, los disgustos y todo aquello que nos hace sentir mal es una parte de nuestra existencia que pocas veces aceptamos.
La mayoría de nosotros resistimos la posibilidad de sentirnos mal. En esta negación desaprovechamos oportunidades muy particulares (y dolorosas) que están llamadas a liberarnos de traumas, creencias y formas de actuar que, en el fondo, limitan nuestra capacidad de sentirnos bien. Es como si para sentirnos verdaderamente plenos y libres, tuviésemos que conocer también el otro extremo.
El malestar físico, mental y espiritual que todos padecemos en un momento determinado es un tema que conozco a fondo. No porque sea buena sintiéndome mal, sino porque por décadas me dediqué a hacer hasta lo imposible por evitar esta sensación. Rechazaba el malestar hasta más no poder, empezando por dar la espalda a esos temas o situaciones que sentía podían traer dolor a mi vida.
Comencé a entrenarme en evitar el malestar a toda costa cuando apenas era una niña. En ese entonces, mi mamá biológica me visitaba y de vez en cuando me preguntaba si quería conocer al padre que me había dado vida. Por más de 30 años mi respuesta fue un rotundo “no”. Mis pensamientos me aseguraban que no tenía que interesarme en conocerle si él (que era mi papá) no se había interesado en mí. También recuerdo argumentar para mis adentros que no necesitaba de su presencia, pues mi padre adoptivo se había ocupado de darme todo el cariño que yo necesitaba.
Después de muchos años de terapia, descubrí que mi respuesta a la invitación de mi mamá (y los pensamientos que la sostenían) ocultaban un tipo de resentimiento. Me había sentido dolida por la ausencia de esa persona que me había dado vida y que ni si quiera se había interesado por conocerme. Ocultaba ese dolor ignorándolo, racionalizándolo y este se convirtió en mi primer entrenamiento en el arte de negar el malestar.
¿Qué pasa cuando negamos o huimos del malestar?
Hace unos años escuché al poeta y filósofo David Whyte hablar de una preciada funda negra que todos poseemos. Según Whyte, esta funda invisible nos acompaña donde quiera que vamos, desde el momento en el que nos hacemos conscientes de los pensamientos que nos pasan por la mente. En esta funda vamos colocando todas las cosas que nos provocan dolor, culpa y vergüenza. Ese primer momento en el que quizás sentiste algún tipo de insatisfacción con tu cuerpo, lo echaste en la funda. Si en tu familia hay situaciones embarazosas o historias que mejor ni mencionar, estas cayeron en la funda también. Lo mismo sucede con las decepciones amorosas, con los temas de salud y con los pensamientos recurrentes que nos hacen cuestionar nuestro valor.
Vamos por la vida con esta funda al hombro y llega un punto en el que las cosas van a ella en automático, sin darnos cuenta. Con el tiempo, la funda del malestar comienza a pesarnos y a impedir que nos movamos libremente hasta llegar al punto en que nos impide expresar lo que realmente sentimos y deseamos.

Cuando escondemos todo aquello que nos hace sentir mal, aunque juguemos a no verle, eso que negamos se instala en nosotros, especialmente en el cuerpo y en la mente. Este malestar se traduce en ansiedad, pensamientos negativos, depresión, insomnio, desórdenes alimenticios y enfermedades. Mientras que, cuando admitimos que nos sentimos mal, que duele, que no sabemos qué hacer, reconocemos estar sumergidos en un tipo de oscuridad. En este espacio tan incómodo y temido, finalmente deseamos algún tipo de luz, una salida que nos alivie de forma definitiva. Esto explica cómo es gracias al malestar que descubrimos la posibilidad de mirar hacia dentro y de identificar qué necesitamos cambiar. Desde esta óptica, el malestar no sólo es la otra cara del bienestar, sino que es la cara donde se encuentran las oportunidades para sanar y aprender, para crecer como seres humanos.
Cuatro prácticas para aceptar el malestar
1. Siente cuando duele:
Cuando tengas un dolor físico siéntelo, ábrete a él y sólo después busca cómo aliviarlo. De igual forma, cuando experimentes una emoción de malestar, obsérvala y toma un par de minutos para respirarla y dejar que se expanda en ti. Sólo así te abandonará completamente.
2. Pregúntate qué es exactamente lo que te molesta:
Cuando alguna parte del cuerpo te duela, identifica cómo y cuándo surgió el dolor. Estas circunstancias están cargadas de información sobre la raíz de tu malestar. Si tu mente es la que te perturba, toma un espacio para identificar en qué momento comenzaste a sentirte así y en qué otros momentos en tu vida has experimentado estas mismas sensaciones. Verás cómo dentro de ti y no en los demás, están todas las respuestas.
3. Ríndete:
Hay situaciones que parecen tener más fuerza que nosotros o momentos en los que simplemente no sabemos qué hacer. En estos casos, lo más sabio y efectivo es rendirnos, admitir que necesitamos de un poder mayor que se ocupe de todo aquello que duele o que no logramos entender. Es más, te recomiendo hacer de la rendición una práctica de vida en la que sueltes todo lo que te ocupa a un poder mayor. Para mí, ese poder es Dios. Hablar con Él todos los días y decirle “yo me rindo ante ti, rindo todo ante ti” tantas veces como puedo, ha sido una de las prácticas que más me han apoyado en la intención de decir sí al malestar.
4. Recuerda que el dolor es compartido:
Otra forma en la que podemos aprender a aceptar el malestar es recordando que el dolor físico y emocional no es sólo nuestro. Sino que, como dice Thich Na Han, es un dolor que compartimos con nuestros padres, amigos y con el resto de la sociedad. Esta mirada colectiva hacia las experiencias de dolor reconcilian nuestra relación con el malestar porque nos recuerda que todos experimentamos dolor de alguna u otra forma. Entonces, el dolor es parte de lo que nos conecta. De ahí la frase, “si tú sanas, yo sano” y la posibilidad de buscar ayuda y de apoyar a otros en la intención de sentir y sanar.
De tanto rendirme y buscar ayuda, un día me sorprendí diciendo sí a la permanente invitación de mi mamá. Viajamos en auto por más de seis horas junto a mi esposo y una media hermana que recién conocí, para finalmente encontrarme con mi papá biológico. No bien me desmonté del vehículo, mi papá Miguel se acercó a abrazarme y me pidió que le besara la mano. Con esa bendición se fueron muchos de los juicios que llevaba años haciendo sobre él. Y en esta primera visita descubrí que este hombre, polifacético y parlanchín, no sólo me había dado la vida. También me había heredado su genética, su historia de crecer sin un padre cerca. Así como incontables actitudes y habilidades que observaba boquiabierta en su rostro y en sus historias, como si fuesen un reflejo de mi propio ser. Después de mi visita, este alcohólico empedernido dejó de tomar por dos años. La historia no termina aquí. Cuando mi papá Rafael (quien me llenó de fuerza y ternura toda la vida) se enteró de esta visita, sintió mucha rabia y luego tristeza. Tres días después reportó que se sentía aliviado, usó la frase: “yo también lo perdoné”.
Aceptar que nos sentimos mal nos lleva a ocuparnos de lo que sentimos, a descubrir nuevas oportunidades de crecimiento y sanación dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Darnos cuanta de lo que duele, dejar que duela y bajar la cabeza no es tan fácil como tomarnos una pastilla. Necesitamos de paciencia y auto-compasión para recordar cada día que aceptar estar mal es cómo nos llenamos de valor y confianza para realmente sentirnos bien.
De mi corazón al tuyo,
Leonelda Castillo
Preguntas para despertar:
- ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste mal? ¿Qué pasó exactamente? ¿Cómo lo sentiste en tu cuerpo?
- ¿Cuáles son algunas de las formas en las que el malestar se manifiesta en tu cuerpo frecuentemente?
- Identifica al menos tres formas en las que te has acostumbrado a ocultar el malestar. Luego, piensa en tres nuevas formas en las que puedes aceptarlo.
Si sientes que esta publicación es de valor, compártela con tu gente querida. También puedes comentar y escribirme tus preguntas en el espacio para los comentarios. Amo poder conectar contigo y responder tus inquietudes por escrito y todos los martes en Instagram.
Para conocer más de este tema, sígueme en las redes sociales. También puedes disfrutar de los primeros dos episodios de Corazonando podcast. Estas son conversaciones con el corazón con historias que traen aún más luz sobre qué significaba estar bien en realidad.
#bienestar #amor #psicologia #bienestar #saludmental #salud #autoestima #inteligenciaemocional #vida #sentimientos
#coaching #motivacion #felicidad #pensamientos #desarrollopersonal #ansiedad #reflexiones #psicoterapia
#conversandodesdelcorazon #weekly #viviendodesdeelcorazón #viviendoengratitud #motivación #crecimiento #serhumano